domingo, 16 de agosto de 2009

Iser y la transgresión

Wolfgang Iser, desde el estatuto de la fenomenología y dentro de la estética de la recepción, reconoce que la ficción literaria es un fenómeno humano y que es una necesidad antropológica, es decir, una necesidad biológica. La literatura se inserta dentro de la realidad para transmitir otro tipo de información. Una manera que tiene el hombre para autorealizarse es mediante la ficción literaria.

Iser defiende la literatura como:

“Medio para alcanzar lo posible para poder después abordar la pregunta de por qué los seres humanos, aun conscientes de que la literatura es pura simulación, parecen estar necesitados de ficciones”.

Ésta me parece la apreciación más importante de este autor: la necesidad de la ficción en el ser humano y cómo la literatura cumple la función de saciador de ésta. Iser crea el concepto de transgresión y lo define de la siguiente manera:

“La mentira incorpora la verdad y el propósito por el que la verdad debe quedar oculta; las ficciones literarias incorporan una realidad identificable, y la someten a una remodelación imprevisible. Y así cuando describimos la ficcionalización como un acto de transgresión, debemos tener en cuenta que la realidad que se ha visto sobrepasada no se deja atrás; permanece presente, y con ello dota a la ficción de una dualidad que puede ser explotada con propósitos distintos”.

Con esto, Iser quiere decir que las mentiras y la literatura nacen del proceso de duplicación de la realidad, sobrepasándola pero a la vez alimentándose de ella. Por lo tanto, la ficción nunca puede quedar muy lejos de la realidad porque ficción y vida se retroalimentan hasta el punto de formar una dualidad, que es lo que Iser denomina proceso de transgresión. El problema de la sociedad postmoderna es que provocó que la literatura quedara alejada de toda pretensión ontológica: “Las ficciones literarias actuales, aunque ya no se las acusa de mentir, siguen pareciendo hasta cierto punto el desprestigio de ser irreales, independientemente de que desempeñen un papel esencial en nuestra vida cotidiana”.

Me parece importantísima la opinión de Wolfgang Iser respecto al desprestigio social de la literatura como ámbito de conocimiento. El humano puede acceder a muchas realidades y, de hecho, no hay nada más enriquecedor para el hombre que esto. Podemos permanecer a más de un mundo porque con el tiempo creamos nuevos a partir de otros viejos, proceso denominado por Nelson Goodman como “hecho extraído de la ficción”. Así, la ficción literaria no es el lado irreal de la vida sino que más bien es un medio útil para producir nuevos mundos que nos ayuden a tener más estados de realidad y, de esta manera, sentirnos seres realizados y completos. En el artículo de Iser dentro de esta obra Teorías de la ficción literaria se hace referencia a la apreciación de Marshall McLuhan, quien describió el arte de la ficción como extensión de la humanidad y ésta es una manera de resumir la tesis de Ernst Fischer comentada en el primer capítulo.

Para seguir con las tesis de Iser, quiero comentar sus ideas acerca de cómo la mentira y la ficción funcionan bajo la misma pretensión: que la ficción y la mentira funcionen como verdad. La diferencia es que en el caso de la mentira, la única verdad que presenta es la que oculta. Vamos a verlo:

“El engaño es necesario en uno y otro caso para poder traspasar los límites. [...] Esto les conduce inevitablemente a jugar con su mascarada, y este juego libre con la propia duplicidad empieza a apartar a ésta de la del sueño.
En el sueño la ocultación es primordial, ya que debe mantenerse para facilitar la reaparición disfrazada de lo reprimido. [...] Si quieren conseguir su objetivo tienen que practicar la ocultación y la revelación al mismo tiempo. Y esta simultaneidad de la mutuamente excluyente es representativa de todo el proceso de la ficcionalización, que utiliza el engaño para descubrir realidades escondidas.
Aquí, pues, en esta velada revelación es donde encontramos un alejamiento básico de lo que es la estructura del sueño”.

La dualización de la ficcionalización provoca en el ser humano, gracias a la experiencia estética, una sensación catártica: “Estar presente con respecto a uno mismo y al tiempo verse uno como si fuera otra, es una condición de “éxtasis” en la que, de manera absolutamente literal, uno está al lado de sí mismo. Uno sale del recinto de uno mismo, y así se le permite tenerse a sí mismo”.

No podría encontrar mejores palabras para expresar el modo en que la ficción literaria actúa y hace superar al hombre. Además, la condición que presenta la literatura i todo el efecto del “éxtasis” que defiende Iser no es posible a partir de otras vías. La ficcionalización y su capacidad de dualización reproducen en el humano una situación y le garantizan un conocimiento que no es alcanzable por otros medios. De ahí el poder gnóstico de la literatura y la importancia de ejercer una competencia semiótica para poder hacer uso de la vía de la ficción para ampliar nuestro posible campo de actuación en la vida cotidiana. Iser lo defiende de esta manera:

“Si el disfraz nos permite salirnos de los limites de lo que somos, ficcionalizar también puede permitirnos llegar a ser lo que queremos. Por tanto, estar “al lado de uno mismo” viene a ser la condición mínima necesaria para crear nuestro propio ser y el mismo mundo en el que nos hallamos”.

Los que está queriendo decir Wolfgang Iser es que, a pesar de que la literatura y los sueños presenten la misma estructura, el soñador no es consciente de estar soñando. En cambio, en el caso de la ficción literaria, se puede producir un estado de “éxtasis” porque podemos estar con nosotros mismos a la vez que podemos generar una simpatía a través de otros personajes que aunque no reales sí pueden identificarse como tal. En este caso, establece una contradicción con las teorías de Platón, quien en el Fedro pone de manifiesto la relación del “éxtasis” con la locura y la pérdida de la razón.

Así pues, la tesis de Iser se completa y presenta nuevas complicaciones que definen a la ficción literaria como manera factible de “posibilidades de auto-extensión” para el hombre. Gracias a la literatura, el ser humano puede alcanzar un conocimiento de lo que ellos se hacen ser y como ellos entienden que son. Para alcanzar este estado, el hombre debe salir de sí mismo y penetrar en otros mundos que sean reconocibles para él. En el momento en que el ser humano se recrea una extensión de sí mismo también salen a la luz sus limitaciones. “Podemos, por tanto, describir la ficcionalidad literaria como la modificación evidente de la conciencia que hace accesible lo que sólo ocurre en los sueños”, dirá Wolfgang Iser de un modo muy correcto. Añadirá además:

“Los seres humanos no pueden hacerse presentes a sí mismos, condición que nos hace creativos (incluso en sueños), pero que no nos permite nunca identificarnos con los productos de nuestra creatividad. Esta acción constante de auto-modelación no encuentra restricción alguna, aunque el precio que haya que pagar por esta extensión sin límites sea que las formas adoptadas no tengan carácter definitivo. Si la ficcionalización proporciona a la humanidad posibilidades de auto-extensión, también pone de manifiesto las limitaciones inherentes al ser humano: la propia inaccesibilidad fundamental de nosotros mismos”.

Para finalizar con este capítulo y pasar a comentar las ideas de Hans Robert Jauss sobre la experiencia estética, quiero comentar la última tesis de Wolfgang Iser sobre la necesidad de auto-modelación del ser humano. “Esta circunstancia de estar simultáneamente implicados en la vida y apartados de ella, promovida por una ficción que representa la implicación y con ello provoca el apartamiento, ofrece un tipo de universalidad intramundana que de otra forma resultaría imposible en la vida cotidiana”.

Este fenomenológico defiende que la auto-extensión que ejerce el hombre de sí mismo es una respuesta a la propia inaccesibilidad que tenemos frente a nosotros mismos. Es decir, la ficcionalización empieza donde acaba el conocimiento y “esta línea divisoria resulta ser el manantial del que surge la ficción”. El hombre posee el instinto de ir más allá de sí mismo.

1 comentario: